Estuve unos días en Valencia, y me fui a la playa de la Malva-Rosa. Allí, al borde del paseo, hay una serie de bares donde comer y tapear. Desde mi punto de vista, no son gran cosa.
Yo conozco varios, porque cada vez que iba a presentar uno de nuestros Máster Presenciales de Java en Valencia, si el tiempo me dejaba, me gustaba darme un paseo por la playa antes de volver a Madrid, y en ocasiones, poder disfrutar de una comida en el paseo, fuera de las aglomeraciones del verano.
Pero en esta ocasión, es la primera vez que los veo con gente. Con gente de verdad. Colas de espera, la gente desesperada, y precisamente en las noticias de la TV dando entrevistas diciendo que este año había más ocupación que en el año pasado, que si había tenido que coger a 15 personas y el pasado año sólo a 5, ...
En fin, que prometía ser una buena Semana Santa para los hosteleros de la zona.
Pero lo cierto es que la ambición del dinero nos lleva en muchos casos a no dar un buen servicio. Y claro, luego esperaremos que la gente, o los extranjeros, o los mismos nacionales, volvamos a esos sitios.
Poneos en situación... Una mujer joven con un par de potitos en la mano, pidiendo que se los calentasen en el microondas. Debe de ser muy complejo meter un frasco en el micro un minuto, y olvidarse y seguir con las tareas. Pues el camarero ayudó a esa mujer, y por ello se llevó la bronca del siglo de su jefe chillando "que aquí no se calientan potitos". En ese mismo bar, un cliente llega a la barra y le pide dos cervezas al camarero, que se las había pedido hacía 30 minutos, y le decía que él mismo las llevaba a la mesa, pero que por favor se las pusiera. Obviamente, no comí allí.
Si todas las predicciones están diciendo que serán unos buenos días de sol y playa, ¿por qué no contratas más personal?
Es que parece que en este país, cuando no hay trabajo nos quejamos, y cuando lo hay, lo dejamos pasar.
No lo entiendo.
En otro bar, en una cena, una familia con un niño pequeño. El pequeño vomita, pobre, pero no mancha nada. La madre logró ponerle un cuenco o no se qué recipiente y no manchó nada. Pero le pidieron al camarero si le podían hacer una tortilla francesa, para que el niño cenase algo, y se la negaron, diciendo que había muchas cosas pendientes en cocina.
Os podría contar otras dos similares en otros dos establecimientos. Y sólo estuve allí 4 días, y no repetí establecimiento.
De verdad que no me cabe en la cabeza el cómo se trata a la gente que va allí a dejar su dinero y su ilusión en unos días de vacaciones, no lo olvidemos. ¿Cómo tratarán entonces al inglés que viene, o al alemán, máxime cuando los camareros no hablan esos idiomas y el turista no habla español?
Este, y no otro, es el problema de cierta parte del turismo en España. Para algo que tenemos seguro, que es el sol, nos estamos cargando su explotación.
Un saludo.